Vivo en una casita de madera añorando mejorar,
limpiando con pedazos de trapo el lugar donde vas a estar.
Una ventana alumbra con calidez lo que siento por ti
en las mañanas los rayitos del sol caen fuertes en el pequeño jardín,
las flores de colores escuchan que te añoro
por las noches se cierran un poco para repetir conmigo en coro,
cuando estoy triste cierran sus pétalos y miran como lloro,
son cómplices del tiempo y de mi estado de abandono.
Pero ellas están felices y radiantes sus colores
cuando cae el agua fresca sueltan lindos resplandores,
cuando les hablo de ti surgen ricos olores,
brincan de alegría como dulces y fuertes tambores...
Mi casa de madera es cálida y pequeña, sus paredes saben mucho
son sabias como la luna llena, han visto como te espero
y como cae la verbena, han visto como se hace de noche y de día
y aún tu no llegas.
Cuando están los días fríos ella no sufre de pena, pues el sentirte aquí adentro
nos calienta y descongela, mi sonrisa vale soles y guarda en ella una alacena
que provoca los calores por si llegas o no llegas.
El horizonte se ve al frente apenas se abre la puerta,
lo cubren muchos árboles que nos dan una sombra fresca,
por cualquier costado que se mire hay una larga espera,
por cualquier costado que se mire te ves tu por si vinieras.
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